La vida es así.
Yo soy así, si te gusta bien, y sino también.
sábado, 1 de diciembre de 2012
El último regreso
Siento que fracaso. Siento temor. Miedo a morir. Miedo a vivir. Dolor, pero ese tipo de dolor que no se va. Viajás sin ir a ningún lugar, ves la gente pasar, nadie sabe lo que vas a hacer. Nadie se fija en vos, sos insignificante en sus vidas. Y vas con miedo. Miedo a morir, miedo a vivir. Escuchás música que no entendés, pero te hace bien. Y caminás. Y duele el cuerpo, duele el alma.
Estás solo, solo contra tus miedos. Miedo a morir. Miedo a vivir. Mirá el reloj, buscando excusas, pero no las encontrás, solo sabés que están ahí. Buscás el camino más fácil, todos creen que es el más fácil, pero vos sabés que es el último recurso, que diste todo. Y vuelven los miedos, tu vieja en un ataúd, tu viejo golpeándote, odiándolo con tu vida con tan solo 4 años. A los 4 años es posible odiar? Es posible odiar en algún momento de nuestras vidas? Pateás una piedra con bronca.
Nadie te presta atención, y volvés a estar solo. Los auriculares pesan. La ropa pesa, la billetera pesa. El dolor insostenible pesa, no lo aguantás. Y vuelve el miedo, el miedo a vivir, porque cada vez tenés menos miedo a morir. Y caminás y los autos pasan. Llegás a la estación y el tren se acerca. Qué rápido y lindo sería un final. Ahí, ahora. Ya. Pero no, no ahora, no acá, no así. Y el miedo se transforma en fuerza. Fuerza para qué? Para nada, porque sabés que el dolor va a seguir ahí. Al igual que el miedo. El miedo a morir, el miedo a vivir. Desaparecer, ese es tu sueño, lo sé porque siento lo mismo. Pero estás solo, al igual que yo. Al igual que todos.
Te acostás, dormís, te despertás. Sigue todo igual. Todo exactamente igual. Y el dolor no se va más. Y el miedo no se va más. Hasta que te das cuenta que valiente no es ese que no tiene miedo. Valiente es aquel que enfrenta sus miedos, y no los supera, solo cae contra el frío suelo, y vuelve a levantarse a mirar a los ojos a ese miedo. Yo era de los que se escondían abajo de la cama, de los que tenían miedo de ir al baño, de los que dormían con la luz prendida. Pero mami no va a venir a la madrugada a abrazarme, a decirme que no pasa nada, a taparme con mi sábana. Al menos ya no.
Ahora soy de esos que no tienen miedo de morir, pero eso no me hace valiente. Me siento valiente porque, a pesar de tener tanto miedo de vivir, me enfrento al espejo cada día, a mi cuerpo cansado y con dolor, y salgo a la calle con una sonrisa, esperando a que la muerte no me agarre por sorpresa. No, no soy feliz, pero quién lo es? A diferencia de los demás, me doy una posibilidad todos los días de serlo, de encontrar esa felicidad absoluta. Por suerte tengo todo el tiempo del mundo, porque los fantasmas ya no podemos morir.
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